sábado, 19 de septiembre de 2015

La harina y otros alimentos procesados



Los alimentos refinados no integrales, como la harina blanca, carecen de la menor utilidad para el cuerpo vivo. Las harinas refinadas pierden numerosos elementos nutritivos a lo largo de la cosecha y los métodos de procesado. Durante el molido se elimina el salvado o capa exterior del grano, que se vende por separado a los agricultores, quienes alimentan con él a los caballos para aumentar su fertilidad. El germen del trigo, que también se elimina, constituye una rica fuente de vitaminas B, calcio, fósforo, hierro y vitamina E. En cambio, la harina refinada y blanqueada es una fuente rica en nada. La harina «enriquecida» que se suele añadir a la blanca suele haber sufrido previamente la eliminación de todos sus factores nutritivos naturales a manos de los fabricantes, quienes los sustituyen por vitaminas sintéticas de más que dudoso valor, haciendo caso omiso de la necesidad de que los alimentos sean en todo momento integrales. Esas harinas se emplean para la confección de pan, pasteles, pizzas, pastas y productos similares. En lugar de productos hechos a base de harina blanca, toma pan integral al 100 por 100, combinaciones de harinas de trigo integral, cebada, soja, sésamo, avena, mijo, pan moreno, etc. Aléjate completamente de los productos elaborados con harina. Lee cuidadosamente las etiquetas, fijándote no sólo en el contenido de harina de los productos, sino también en los conservantes, pesticidas, emulsificadores químicos, colorantes y sabores artificiales. Te quedarás sorprendido ante las cosas que encontrarás. Debido a la demanda cada vez mayor por parte del público de alimentos de mejor calidad, algunas de las cadenas de supermercados han comenzado a poner a la venta alimentos naturales, y algunas de las grandes empresas del ramo de la panadería elaboran ya pan puro e integral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario