Los azúcares y edulcorantes artificiales

Desgraciadamente, el azúcar refinado, de aspecto blanco y cristalino, tan frecuente en las dietas occidentales, carece del menor valor alimenticio, pues contiene sólo calorías. La parte de la que se le ha previamente separado se vende aparte como melazas, que no sólo contienen la mitad de calorías que el azúcar refinado, sino también un valor alimenticio mucho mayor en forma de vitaminas y productos minerales. Dicho sea de pasada, esas melazas constituyen un excelente remedio para determinados tipos de anemia. El azúcar refinado es literalmente un veneno de acción lenta. Va robando al organismo de vitaminas B, debilita el páncreas, trastoca el metabolismo del calcio y provoca desequilibrio en el sistema nervioso. El abuso continuado del azúcar a lo largo de los años conduce muchas veces a la hipoglucemia, a la diabetes y a casi todas las enfermedades orgánicas conocidas por el hombre. El llamado jarabe o sirope de maíz es una especie de glucosa que se elabora sometiendo al almidón del maíz a la acción del ácido sulfúrico. Luego se neutraliza con carbonato de sosa y se filtra a través de polvo de huesos. Resulta tan perjudicial como el azúcar refinado. Todo esto puede hacer que te sientas atraído por los anuncios de azúcar «moreno», también llamado «crudo» o «demara». Pero estos productos no son muchas veces lo que pretenden. En cuanto a los sustitutos del azúcar (edulcorantes artificiales), resultan igualmente nocivos para el organismo, e incluso más dañinos para el hígado, que el azúcar blanco o refinado. Una vez que hayas comido correctamente durante cierto tiempo, tu cansado sentido del gusto volverá a descubrir su sensibilidad, y encontrarás maravillosos los edulcorantes naturales, disfrutando con los alimentos más sencillos y suaves. La miel pura, el azúcar de dátil, los frutos secos y frescos y las melazas constituyen edulcorantes deliciosos y sanos al mismo tiempo, pudiendo recurrirse a ellos cuando se desee un sabor algo más dulce del que proporciona la naturaleza